Los consumidores están cada vez más
interesados en compartir productos y servicios que ser sus dueños o
propietarios y esto supone un nuevo reto para las empresas, que deben, no solo
adaptarse, si no, beneficiarse de la Economía Colaborativa.
“Seis meses de prohibición en España: la
lenta travesía de Uber hacia la legalidad”, me hacía reflexionar sobre la evolución de
la economía colaborativa, su presente y su futuro y cuáles eran las empresas
que están aceptando este nuevo e ineludible reto.
La
economía colaborativa en cifras.
El consumo colaborativo fue nombrado por
primera vez en la revista TIME, en
2011, como una de las 10 ideas que cambiarían el mundo y como base para
arreglar problemas como la guerra, el paro o el déficit. ¿Optimistas?
Según Forbes,
en 2014 los beneficios globales
superaron los 3.500 millones de dólares
(sobre 26.000 millones generados) un 25% más que en el anterior. Y desde 2008
hasta el 2012 el crecimiento ha sido superior al 50% cada año.
PwC prevé que esta nueva economía genere más de 335.000 millones de euros en 2025 en
todo el mundo. Claro indicativo que no es una moda pasajera y que ha venido
para quedarse.
El crecimiento de la economía colaborativa
promete cambiar “las reglas del juego” del mercado “convencional”.
El modelo de negocio está cambiando y las empresas tienen que reaccionar buscando nuevos
espacios. Ser ágiles, y dinámicas y no sentarse a esperar que la moda pase,
porque las cifras parecen indicar que eso no sucederá.
Las marcas deben dar un paso adelante y
unirse, pero es preciso que antes entiendan el “core” de esta nueva economía.
¿Qué es
realmente la economía de colaboración o Sharing Economy?
La idea de dejar o compartir algo con un
tercero siempre ha existido. Desde esta perspectiva, podríamos decir que no
aporta nada nuevo.
Según Forbes,
la economía colaborativa es un sistema económico donde se comparten e
intercambian bienes y servicios a través de plataformas digitales.
Así, son las tecnologías de la comunicación e
información las que redefinen este modelo tradicional y lo amplifican, además
de generar mayor confianza entre los participantes debido a las nuevas maneras
de medir la reputación de las personas (confianza).
En este tipo de economía prevalece el acceso
frente a la propiedad. “La tendencia es evidente: el acceso vence a
la posesión. El acceso es mejor que la propiedad” Kevin Kelly.
Un sistema basado en:
1.- Pagar por el beneficio que genera un
producto sin necesidad de adquirirlo.
2.- Redistribuir los bienes usados o adquiridos
que ya no se utilizan hacia un mercado donde son necesarios. Aquí entramos en modelos
de mercado gratuitos, de intercambio o de venta.
3.- Hacia un estilo de vida colaborativo
donde se comparten además habilidades, talentos, espacios (el coworking es lo
más conocido) e incluso dinero.
Y las
empresas, ¿qué papel juegan en todo esto?
Como decía anteriormente, las empresas deben
entender el “core” de este nuevo
mercado o economía antes de participar en ella.
Y también cambiar algunos conceptos tradicionales
sobre los que se basa el desarrollo empresarial:
1.- Vender el uso y no el producto, cambiando
el concepto de unidades vendidas por unidades utilizadas.
2.- Pensar en ofrecer el acceso a sus
productos o servicios fuera de su “hábitat natural”. Como The
Westin Palace que ofrece la ropa de deporte New Balance a sus clientes.
3.- Apoyar a sus clientes para revender los
productos ya usados, como Ikea Family,
que permite vender a sus usuarios muebles ya usados de Ikea, con las ventajas y
beneficios que reporta para ambos, empresa y cliente.
4.- Alinearse con el consumo de colaboración
para llegar a nuevos clientes.
Por supuesto, las empresas deben crear
espacios de co-creación y co-innovación para ajustarse a las “nuevas”
necesidades de sus clientes, manteniendo un diálogo constante y una actitud
abierta, dinámica y receptiva a los cambios o por el contrario, perderán cada
vez más cuota de mercado, desplazadas por las nuevas start up y otras empresas
ya maduras, que operan en esta nueva economía.
Finalmente, la entrada de las grandes
empresas ayudará a mejorar la actual regulación legal que hay al respecto, y
que en España, está limitando tanto su desarrollo como funcionamiento.
Como decía al principio, fue un artículo
sobre Uber y la falta de regulación
de esta nueva economía lo que me inducía a escribir este post, regulación que
urge, pues como apunta Jose Luis
Zimmermann director general de la Asociación Española de para la Economía
Digital, “nuestro país necesita de audacia legislativa para convertir a nuestro
país en un hub de innovación y creación de empresas…”
Una regulación protectora de ciertos
sectores, no solo va en contra de la competitividad empresarial, además de la
lógica, libre competencia, etc.…(nuestro país por desgracia es muy dado a
ello), sino que es algo que no nos podemos ni debemos permitirnos.
Actualización:
Hace año y medio, casi dos, acababa este post de la siguiente manera:
“Una regulación protectora de ciertos
sectores, no solo va en contra de la competitividad empresarial, además de la
lógica, libre competencia, etc.… (Nuestro país por desgracia es muy dado a
ello), sino que es algo que no nos podemos ni debemos permitirnos.”
El abogado general de la Unión Europea ha concluido esta semana
que Uber es una empresa de
transporte, contrariamente a lo que la Comisión
Europea defendía en junio del 2016.
El tema es complejo posiblemente, ya que la Federación Española
del Taxi, habla de competencia desleal, precisamente un sector totalmente
monopolizado al igual que otros en nuestro país y con fortísimas barreras de
entrada a su mercado, licencias a precios que rondan los 120.000€ y 140.000€ (en
Madrid o Barcelona) y que se comprar a quien se retira o jubila, entre otras.
No quiero centrarme en la guerra entre el taxi y Uber,
posiblemente hubiera sido una buena oportunidad para redefinirse y adaptarse
estos últimos, si no hacer una reflexión más general sobre cómo se va a regular
la economía colaborativa y cómo puede afectar a otros sectores, como
alojamiento por ejemplo.
¿Qué pasará con Airbnb o Homeway por ejemplo?
Solo la primera generó en 2016 447 millones de euros. Madrid está
intentando llegar a un acuerdo para limitar el plazo máximo de alquiler.
Y en algún momento le podría tocar a Blablacar, siguiendo el mismo
argumento, por el cual, a través de estos nuevos modelos de relaciones
económicas, siempre podrá salir “perjudicado” algún sector concreto que
prefiera recurrir a la exigencia de la creación de leyes que monopolizan el
mercado para los actores tradicionales y los blinden de los supuestos ataques de
ideas innovadoras o del cambio de tendencia en la economía.
Una economía, la colaborativa, que generó 28.000 millones de euros
en 2015 y parece imparable, a menos que empiecen a ponerle la zancadilla con
regulaciones que protejan los monopolios existentes en l actualidad y limiten
el libre mercado.
Los consumidores están cada vez más
interesados en compartir productos y servicios que ser sus dueños o
propietarios y esto supone un nuevo reto para las empresas, que deben, no solo
adaptarse, si no, beneficiarse de la Economía Colaborativa.
Habría que puntualizar que no solo las empresas, si no, los
estados, generando normas que regulen pero en ningún caso restrinjan el libre
mercado.
La competencia es sana, nos hace más fuertes y “elimina” a los más
débiles, digamos a aquellos que no ofrecen algo lo suficientemente atractivo o
diferente para el consumidor.
La crisis de 2007 ha cambiado muchos paradigmas sobre consumo y
economía, y estos, por más que nos estemos recuperando, no volverán atrás.
Es hora de enfrentarse a los nuevos retos, con audacia,
inteligencia, innovación y tecnología y que el mercado, como ha hecho siempre,
nos dé la razón o nos la quite.