Como decía Albert Einstein: “Locura es hacer siempre lo mismo y esperar resultados diferentes” Algunos lo llaman estupidez o insensatez.
Parece
una pregunta fácil a prióri.
Pero
seguro que pocas personas la hacen a menudo. Algunos nunca. Se basan en lo que
entienden o creen que los demás esperan de ellos.
Y
así les va a algunos de éstos.
Puede
que pasemos largas jornadas defraudando a los demás y lo peor, sintiéndonos frustrados
por ello.
Intentar
colmar las expectativas de quien nos rodea o nos importa, se puede volver una
misión imposible si no conocemos cuáles son éstas exactamente y lo que esperan
de nosotros.
En
otras ocasiones, los frustrados somos nosotros mismos, al ver que los demás no
cumplen con las expectativas que teníamos sobre ellos. Aunque nunca le explicáramos cuales eran éstas.
Galimatías
me soplan por aquí.
Creo
que es fácil, ¿no? Es cuestión de
comunicación, clara y abierta, sencilla y sin subterfugios.
En
ocasiones, somos los comerciales, de productos, servicios o de nosotros mismos.
Y nos toca preguntar. Preguntar que esperan de nosotros. En todos los sentidos.
Otras
somos los “compradores”, y nos toca explicar que esperamos, cuáles son nuestras
expectativas.
Posiblemente
una de las cosas más frustrantes es dejarse la piel por cumplir con las
expectativas que pensamos que tienen sobre nosotros y nunca llegar.
Solemos
tener la manía de creer que ya sabemos que esperan de nosotros, o de creer que
sabemos lo que el cliente quiere.
Vamos
a dejar las artes adivinatorias para a partir de las 24:00 h y el ocio y seamos
más proactivos.
Porque
no sé si alguna vez te lo he confesado, pero vivo en la creencia de que parte
de los problemas de las empresas es la falta de proactividad.
Como
decía Albert Einstein: “Locura es hacer siempre lo mismo y esperar resultados
diferentes” Algunos lo llaman
estupidez o insensatez.
Qué
bueno, todos conocemos la “frasecita” pero de ponerla en práctica, cuesta. Nos
obliga a ser proactivos, y salir del circulo de confort.
Un
comercio, abre sus puertas, expone sus productos (los cuales estarán expuestos
en otros tantos comercios), espera que entren los clientes, si tenemos suerte
nos preguntan qué queremos, intentarán vender lo que le hemos pedido, y así
pasará la jornada. Un día tras otro.
Inventario
de productos y los que no se vendan, fuera. Y si no se ha vendido lo
suficiente, personal fuera también. Y vuelta a comenzar ¿de nuevo? No, como
siempre, lo único nuevo puede que sea algún producto y el/los empleados. Por lo
demás, quietud.
¿Y
el inventario de las expectativas del cliente? ¿De su satisfacción por confiar
en nosotros? De saber porque es cliente, de cómo podemos mejorar su experiencia….
De
eso raramente realizamos inventario, y es el más valioso que podemos poseer y debemos
actualizar.
No
es fácil, o si. Depende en gran medida de la facilidad que tengamos para
comunicarnos con nuestros clientes, de uno a uno. Y si nuestros colaboradores
no tienen esta capacidad, tenemos que ayudarles a desarrollarla o
perfeccionarla.
Y
que todos nos acostumbremos a preguntar Y tú, ¿qué esperas de mi?