viernes, 27 de septiembre de 2013

Y tú, ¿que esperas de mí?


Como decía Albert Einstein: Locura es hacer siempre lo mismo y esperar resultados diferentes”  Algunos lo llaman estupidez o insensatez.

Parece una pregunta fácil a prióri.

Pero seguro que pocas personas la hacen a menudo. Algunos nunca. Se basan en lo que entienden o creen que los demás esperan de ellos.

Y así les va a algunos de éstos.

Puede que pasemos largas jornadas defraudando a los demás y lo peor, sintiéndonos frustrados por ello.

Intentar colmar las expectativas de quien nos rodea o nos importa, se puede volver una misión imposible si no conocemos cuáles son éstas exactamente y lo que esperan de nosotros.

En otras ocasiones, los frustrados somos nosotros mismos, al ver que los demás no cumplen con las expectativas que teníamos sobre ellos.  Aunque nunca le explicáramos cuales eran éstas.

Galimatías me soplan por aquí.

Creo que es fácil, ¿no? Es cuestión de comunicación, clara y abierta, sencilla y sin subterfugios.

En ocasiones, somos los comerciales, de productos, servicios o de nosotros mismos. Y nos toca preguntar. Preguntar que esperan de nosotros. En todos los sentidos.

Otras somos los “compradores”, y nos toca explicar que esperamos, cuáles son nuestras expectativas.

Posiblemente una de las cosas más frustrantes es dejarse la piel por cumplir con las expectativas que pensamos que tienen sobre nosotros y nunca llegar.

Solemos tener la manía de creer que ya sabemos que esperan de nosotros, o de creer que sabemos lo que el cliente quiere.

Vamos a dejar las artes adivinatorias para a partir de las 24:00 h y el ocio y seamos más proactivos.

Porque no sé si alguna vez te lo he confesado, pero vivo en la creencia de que parte de los problemas de las empresas es la falta de proactividad.

Como decía Albert Einstein: Locura es hacer siempre lo mismo y esperar resultados diferentes”  Algunos lo llaman estupidez o insensatez.

Qué bueno, todos conocemos la “frasecita” pero de ponerla en práctica, cuesta. Nos obliga a ser proactivos, y salir del circulo de confort.

Un comercio, abre sus puertas, expone sus productos (los cuales estarán expuestos en otros tantos comercios), espera que entren los clientes, si tenemos suerte nos preguntan qué queremos, intentarán vender lo que le hemos pedido, y así pasará la jornada. Un día tras otro.

Inventario de productos y los que no se vendan, fuera. Y si no se ha vendido lo suficiente, personal fuera también. Y vuelta a comenzar ¿de nuevo? No, como siempre, lo único nuevo puede que sea algún producto y el/los empleados. Por lo demás, quietud.

¿Y el inventario de las expectativas del cliente? ¿De su satisfacción por confiar en nosotros? De saber porque es cliente, de cómo podemos mejorar su experiencia….

De eso raramente realizamos inventario, y es el más valioso que podemos poseer y debemos actualizar.

No es fácil, o si. Depende en gran medida de la facilidad que tengamos para comunicarnos con nuestros clientes, de uno a uno. Y si nuestros colaboradores no tienen esta capacidad, tenemos que ayudarles a desarrollarla o perfeccionarla.


Y que todos nos acostumbremos a preguntar Y tú, ¿qué esperas de mi?

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