Desde
hace ya algún tiempo, debo de haber perdido mi sex-apple, o la gente que me rodea
ya no le parece interesante lo que cuento.
También
es cierto que cuento muchas cosas y durante mucho tiempo, y que puede ser que
la gente se acabe aburriendo o desconectando.
Ahora
no es raro que mientras hablo con algún familiar o amigo, asienta con la cabeza
mientras mira… a una pantalla. Tablet o smartphone, da igual.
Es
más, me llegaron a prestar 2 millones de euros. Si, en una pregunta de esas preguntas
trampa para ver si te están escuchando.
Te confieso que me voy sintiendo un bicho raro cuando todo el mundo está jugando al Candy Crush, o a Apalabrados on line, y yo lo único que hago es molestarles con mi conversación en lugar de callarme y unirme al juego.
No sé
si será uno de los síntomas que leí el otro día para detectar que me estoy haciendo
viejo, pero así es.
Antaño
(ves como soy un viejo), el contacto visual y mirar fijamente a los ojos de la
otra persona eran señales de que te escuchaba, de que era sincero lo que te transmitía
y demostraba un interés por la conversación.
Paseo
por la calle y todo el mundo va escribiendo o jugando mientras hablan con su
pareja o amigos.
Son personas
multitarea.
Y
parece ser que empieza a ser un requisito en los procesos de selección de
personal.
Me
imagino al responsable de selección diciéndole al entrevistado: “esta entrevista
la vamos a realizar mientras usted juega y chatea con su móvil”.
Para
testar las habilidades del candidato y no fallar al elegir al idóneo.
Así
cuando entro en unos grandes almacenes, me cruzo con gran cantidad de
dependientes y vendedores multitarea.
Cuando
les pregunto algo, ellos sin dejar de mirar su móvil, sin levantar la vista de
la pantalla, me indican con la mano cual es la dirección que debo seguir para
encontrar lo que quiero. Están bien entrenados.
¡Y
tanto! En ocasiones han sido capaces de llevarme al sitio, sorteando toda
suerte de obstáculos, sin apartar la vista de la pantalla mágica. Cierto que de
estos hay menos, debe ser un nivel superior.
Ahora,
eso sí, cuando fallan más los multitarea es cuando mantienen una divertida y
animosa conversación con otro compañero de trabajo. Y si son de sexo distinto,
ya ni hablemos.
Ahí
fallan. Es cuando tengo que esperar que terminen de contarse sus cosas para que
me indiquen, me atienda o me cobren. Claro que hablar con el compañero y
atender a un cliente, simultáneamente, debe ser como el nivel 1.000 del Candy
Crush, o algo así.
Pero
como soy un tipo con suerte, he de decirte que yo los he conocido. Si. Parecen
normales, como tú y como yo, nadie diría a simple vista que poseen esa extraordinaria
capacidad.
Y
mientras hablan con otras personas de su entorno, te cobran, te preguntan algo
y siguen con su conversación, esos son los verdaderos multitarea. Y como a mí
me enseñaron a no interrumpir cuando los
demás hablan y esperar mi turno. Eso hago.
No
me gusta interrumpir en general las actividades de otros, si las están
desarrollando será por algo. Y menos conversaciones ajenas.
Y
como no suelo tener todo el tiempo del
mundo para esperar que acaben, me suelo ir, despacio y sin hacer ruido. Lo último que
quiero es interrumpirles.
Así
que cuando algún amigo me pregunta porque compro siempre en los mismos sitios,
le suelo responder: “llámame anticuado, pero donde suelo comprar se acuerdan de
mí, me saludan cordialmente cuando llego y me voy, y generalmente se acuerdan
de lo que me gusta, en todos los sentidos".
Ayer
sin ir más lejos, fui a comer con mi mujer a un restaurante cerca de casa, ese
que todos tenemos cuando no hay plan de comida, y el camarero nos saludo cortésmente,
“me alegro de volverles a ver” y con un maravilloso “usted era intolerante al
pimiento y ¿alguna cosa más?”
Se lo había dicho la última vez que nos vimos,
hace un mes.
Nos
suele acompañar a la puerta cuando salimos, o hasta la mesa si ve que llegamos.
¿Cuánto pagamos? Una media de 9´5€ por persona.
Lo
he decidido, yo no quiero ser multitarea, aunque me llamen viejo o desfasado.
Prefiero seguir disfrutando de conversaciones casuales con todo el mundo, de
mirar fijamente a los ojos a mi interlocutor y marcar la diferencia de cuando estoy
personalmente con alguien a cuando lo hago por Twitter, whasspp, Messenger, etc…
Porque
yo también uso todas esas herramientas, (60 Klout Score) y me encantan, pero no
las cambio por la compañía humana.
Como
decía mi querida abuela, cada cosa tiene su momento.
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